Me fui hacia la sala de fumadores,señalada con un rótulo dibujado y encasillado en una de las muchas placas que indicaban las habitaciones y sus ocupantes.Curiosamente,en la mía,en la habitación 130 nunca llegaron a poner mi nombre.Lo cual me hizo suponer,en principio,que lo pondrían en días siguientes.Tambien cabía la posibilidad de que si no lo hubieran puesto es porque mi estancia sería breve,pero en aquel momento no pensé eso.
Yo pensaba echerme allí algun mesecillo que otro,a parte de pensarlo lo deseaba.Desconectar de mi casa,de mi trabajo,de la rutina,de mi mismo vaya.Quería hacer borrón y cuenta nueva.Y lo bueno es que no necesite esos ansiados meses,con 5 días bastaron-por desgracia,todo lo bueno pasa rápido-.Aunque repetiría la experiencia ahora mismo sin dudarlo un instante.Todos los mitos terribles de los psiquiátricos se desvanecieron en cuestión de minutos.
En fin,que para empezar a hacer algo,y tambien para hacer "sociedad" claro fui a fumarme unos cigarrillos con mis compañeros.He de aclarar que al no permitírsenos el llevar mecheros encima solo había dos formas de encender un pitillo:
1)Acercarse hasta el C.C(a partir de ahora llamaré así al Centro de Control) donde tienen un mechero "atado" a una especia de cuerda o no sé que coño era aquello,un cable o algo así,y encenderlo allí
2)Pedir fuego en la Sala de Fumadores(S.F.) a algún paciente con su pitillo encendido y proceder del mismo modo,es decir cigarrillo encendido versus cigarrillo apagado.
Allí mismo fué donde conocí a Luis,a Angelito,o a Vini que fué con los que más me relacioné en un principio,amén de Ronaldo claro pero este no fumaba.Más tarde-más bien a partir del día siguiente-me haría compinche de Arturo,un vecino mio de Cortiñán,por Bergondo,sólo que este tampoco fumaba aunque de vez en cuando se pasaba por allí-la S.F.-en días sucesivos.En cierta ocasión,en broma,le dijimos que como "fumaba gratis" le tendríamos que cobrar el humo inhalado.
Tambien estaba en la sala Adolfo,un chaval que casualidades de la vida conocía a un vecino mio,a B.R, al cual conozco pero malamente.Eso me lo dijo Adolfo en los días siguientes.Cuan grande fue mi sorpresa,dos de Bergondo allí dentro y uno que conocía a un vecino mio.¿Será mi pueblo natal cuna de personas con demasiadas cargas emocionales?.Yo no apostaría a que no lo fuese.
Recuerdo tambien a Gonzalo,como uno de los habituales de la S.F,un tipo de raza gitana,que siempre se sentaba en su esquinita y callado se fumaba su truja.Hombre de pocas palabras.Pelo alborotado,mirada perdida pero inofensiva,y dientes....bueno,digamos que sería el paciente ideal para cualquier dentista.Lo suyo no era una sonrisa cautivadora-para las rarísimas veces que sonreía,claro-.Desde luego no soy yo nadie para hablar de dentaduras,yo tambien tengo lo mío y tambien sería pasto del dentista y de sus horrorosas facturas...bueno,lo seré claro.
He de aclarar que con ninguno de ellos-tanto con los que conecté más en esos cinco días como con
los que conecté menos o no conecté-y vicerversa,no tuje jamás ningún problema ni discusión,ni conato de pelea ni nada.Cada uno tenía sus motivos para estar ahí:drogras,depresiones, trastor
nos alimenticios(esto alguna chica,como Sonia,siempre sonriente,de buen humor y siempre con sopas de letras y pasatiempos varios para matar el tiempo),esquizofrenias....en fin,yo que sé.Lo que sí sé es que con eso ya era bastante como que para encima liáramos broncas.Nos lo tomábamos con filosofía,unos más y otros menos.Pero bueno,conflictos-conflictos,no hubo.
CONTINUARÁ
Jeff W.
domingo, 17 de febrero de 2008
Capítulo 3:Entrega 19
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