Como era habitual del C.C y de las llamadas a casa,hice un último encargo para el martes,por si acaso.No tenía mucho sentido,claro pero aún así lo pedí de todos modos.La enfermera de turno,bloc en mano,me amonestó porque estaba todos los días llamando a casa.Le contesté vagamente y como única excusa que necesitaba tabaco y algunas cosas más.Ganas de dar la lata,vaya.Ella lo apuntó y la cosa quedó ahí.
Fue un pedido fantasma,ni creo que la susodicha hiciera la llamada,ni falta que hacía puesto que al día siguiente ya estaría fuera.Aún así anotó el encargo con cierta desgana y no la culpo la verdad.
Lo de estar llamando contínuamente pidiendo cosas debe de ser un coñazo de atender ya para un sólo paciente.Imaginaos lo mismo pero para treinta.Aún así les pagan por ello,así que no se quejen.
Prosiguió el día sin novedad,salvo para mi "desgracia" ya que Evaristo había sido "liberado" de la habitación con correas.Pasó dos días recluido en solitario,y salía precisamente ahora."Joder,tenía que ser precisamente hoy",pensé malhumorado.No me hacía ni puta gracia,evidentemente.Y me daba igual que los médicos,enfermeras o quien fuese lo consideraran apto para estar con el resto de los pacientes,lo cual no era ni mucho menos una garantía.Sólo "rezaba"-por decir algo-para que en mi última noche no me lo devolvieran a la 130.Por lo visto,nadie escuchó mis "rezos" así que tuve que joderme y aguantarme.De todos modos aún era por la mañana y no era el momento de empezar con conjeturas que me amargaran las horas que me quedaban allí dentro.Eso sí,allí en Oza deben de tener algún remedio mágico para mandarme a mi a casa a los 5 días o dejar campar a sus anchas a Evaristo a los dos días.La única explicación posible que se me ocurrió es que la lista de espera para ingresar en Oza,en Psiquiatría en particular fuera más larga que un día sin pan y hubiera que aligerar la presencia de pacientes.En la semana que yo me fui,hubo "altas médicas" a punta pala.Da gusto tanta eficacia,si señor.
Por lo demás,mentiría si dijera que ignoraba a Evaristo completamente.Le seguí echando un ojo de vez en cuando porque a mi entender este señor no daba la mínima muestra de poder socializarse con los demás internos y lo seguí viendo como una amenaza,como una bomba de relojería que podría volver a estallar en cualquier momento.Y lo que más me molestaba de todo era que me amargara en cierta medida mi salida,con su presencia....aunque por suerte al final no pasó nada de nada.Sin duda le habrían dado una medicación bastante fuerte para tenerlo bastante controlado y tal.Aunque yo no me confiaba ni por esas.Me tranquilizó un poco pero no me dió ninguna seguridad.De un modo u otro lo seguí evitando sin perderlo de visto.Una curiosa contradicción que sin embargo pude llevar a cabo...a mi manera.
CONTINUARÁ
Jeff W.
domingo, 23 de marzo de 2008
Capítulo 9:Entrega 70
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2 comentarios:
Pues lo del teléfono tiene fácil solución: que pongan uno con monedas y que cada uno llame cuando y para lo que le dé la gana. Mejor para todos.
Si hombre,pon tu una cabina en un psiquiátrico y deja que pase que alguien se queje de que le han robado pasta para llamar y no pueda hacerlo...la que se puede liar ahí.
Además,no se puede poner un objeto de ese tipo sin enjaularlo en una estructura métalica...por seguridad.
Y no se podría evitar,ni con metal por medio,que alguien arrancara el aparato con el cable y hubiera una desgracia.
quite,quite....
un saludo.
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